Amores de lejos (Parte I)

Por: Ana Lulú Colina

 

Lejos del refrán ese que todos conocen, para mi es “amor de lejos, felices los que pueden”. Si en algo me atreví yo a tener bastantes amores fueron los de lejos. Principalmente porque cuando empecé a definir mejor mi gusto por los hombres, los paraguaneros no me gustaban pero ni un poquito. No sé por qué pero los de mi entorno eran puros pantalleros, querían tener novias que estaban buenotas así no fueran inteligentes. Y eso me decepcionó, sobre todo porque vuelvo y repito yo no era la más linda.

Vamos con el primero. Este niño fue un sol. Yo lo conocí en la playa, tenía como 15 años. No recuerdo. A los meses lo llamé porque creía que era su cumpleaños y como habíamos quedado en seguir conociéndonos me pareció oportuno. Pasé una pena horrible porque lo llamé como a las 8 o 9 de la noche y su papá se molestó, además que ese no era el día de su cumple. Los 2 muertos de pena. Sin embargo, las conversaciones siguieron. Es maracucho y yo solía viajar regularmente allá. Nos hicimos novios por teléfono y todo era muy genial. Uno de los días que viajé nos vimos y ¡ay qué pena! nos teníamos que esconder para darnos el primer beso porque los adultos estaban cerca y nosotros ‘éramos amiguitos’. Alcahuetas todos, al final supieron y relajados. Duramos un tiempo, no recuerdo si pasó el año, (esta memoria mía por eso es que hago esto también para que no me joda el alemán cuando esté más vieja) lo que si recuerdo es yo siempre viajaba a verlo y él solo vino en una ocasión con su familia para carnaval y me invitaron a pasarla con ellos fue chévere, pero andábamos súper cortados. Su papá era como controlador, súper pana pero más protector que el coño. No sé qué quería evitar, pero este muchacho no era tan libre así como para venir a verme cada vez que quisiera y eso me desilusionó porque siempre era yo la que hacía todo por ir.

Hoy en día somos muy panas tiene una nena hermosa y durante unos años siempre estuvo atento conmigo si algo me faltaba me preguntaba, hasta me regaló un celular, me enviaba regalos y no teníamos ya nada. Yo eso lo valoro muchísimo hasta el sol de hoy. Vivió aquí unos meses y casi ni nos veíamos pero para mí sigue siendo mi gordo y yo su gorda.

La gente feliz después de novios si pueden ser amigos.

Queridos lectores: mis amores de lejos fueron todos únicos y con una enseñanza distinta, no sé cómo resumirlos, así que este capítulo tendrá varias partes.

Instagram: @laanalulu

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